Conoce qué es el ‘síndrome de la cara vacía‘ que dejó el uso del cubrebocas en las personas
El cubrebocas ha servido a los adolescentes como una manera de “tapar cambios físicos” como el acné, la ortodoncia o el vello facial
Escrito por: Información/ Redacción
Miércoles 20 de abril de 2022

/ Fotografía: Ícono Veracruz
/ Fotografía: Ícono Veracruz

Xalapa, Ver

"Psicólogos y pedagogos advierten de que están percibiendo, sobre todo entre adolescentes, un sentimiento de inseguridad frente al hecho de retirar el cubrebocas"

En algunos países ya es oficial no usar mascarillas o cubrebocas en los espacios interiores, una de las últimas restricciones aplicadas en tiempo de pandemia que aún estaba vigente. Pero la desaparición del cubrebocas en ciertos espacios –únicamente serán obligatorios en centros sanitarios, transportes públicos o farmacias– podría comportar algún que otro contratiempo, sobre todo entre la población adolescente.

En este sentido, los expertos alertan del llamado “síndrome de la cara vacía”: psicólogos y pedagogos han avisado que están percibiendo entre adolescentes un sentimiento de inseguridad a quitarse la mascarilla. El hecho de que ésta esconda las imperfecciones de la cara, en una etapa de la vida en la que lo físico empieza a ganar importancia, es uno de los aspectos que favorece al también llamado mask fishing.

Temen ser “rechazados o no aceptados por sus iguales”

Para los jóvenes que más riesgo tienen a sufrir este síndrome, la mascarilla ha acabado siendo de ayuda para sentirse cómodos consigo mismos, y ahora temen ser “rechazados o no aceptados por sus iguales”, cuenta María Campo Martínez, directora de la Fundación Nuevas Claves Educativas y Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

Campo constata que han detectado “temor” entre adolescentes, y también más jóvenes, a que la mascarilla desaparezca de sus rostros. El psicólogo clínico José Ramón Ubieto, por su parte, lo relativiza al asegurar que no se trata de un síndrome, sino de un fenómeno que ya se ha ido observando en otros países en los que ha ido desapareciendo el cubrebocas (como por ejemplo Estados Unidos) y que no supondrá mayores problemas para la mayoría de la población.

Similar postura defiende Carmen Álvarez, doctora en Bioquímica y Biología Molecular, experta en inmunología y profesora de la UNIR. “No me parece que sea muy grave. ¿Realmente han estado con mascarilla siempre durante la pandemia? Probablemente no. Lo hemos visto en la calle, grupos de jóvenes sin cubrebocas, viéndose las caras. Puede tener importancia en algunos adolescentes más sensibles, pero no en general”.

De todas formas, y como experta en inmunología, entiende que este debate se tendría que haber dado meses más tarde, “en verano por ejemplo”. Esgrime que ese habría sido el momento de retirar las mascarillas, “cuando la incidencia acumulada habría sido mucho más baja”.

El cubrebocas ha servido a los adolescentes como una manera de “tapar cambios físicos” como el acné, la ortodoncia o el vello facial

El cubrebocas ha servido a los adolescentes durante todo este tiempo como una manera de “tapar cambios físicos” como el acné, la ortodoncia o el vello facial, modificaciones en la cara que “les cuesta tanto asumir y que la mascarilla, de alguna forma, ha servido para cubrir”, señala Campo.

También en el aspecto más psicológico, el cubrebocas se ha usado como barrera de protección para aquellos jóvenes más tímidos en una época, la de la adolescencia, en la que se crea la identidad “reconociendo su interior y aceptándolo”, añade.

El adiós a la mascarilla coge a los jóvenes en ese momento vital en el que “la valoración de los otros es importante”

Ubieto confirma que el miedo de los jóvenes y no tan jóvenes a retirarse la mascarilla tiene que ver con el “temor” a desnudarse ante otros y asegura que, en el caso de los adolescentes, el cubrebocas ha servido como medida de protección del “virus 12-18”, en referencia a la montaña rusa que supone la franja de edad de la pubertad.

Explica que, tras dos años de pandemia, el deshacerse de la mascarilla coge a los jóvenes en ese momento vital en el que “la valoración de los otros es importante”, en el que tienen que desnudarse, dar la cara y “expresar algún signo de aprobación o de rechazo”, una acción que el cubrebocas ha retrasado.

A pesar del temor inicial, cree que el abandonar la mascarilla será para la mayoría de jóvenes un proceso “progresivo” que no supondrá problemas. Y aunque reconoce que algunos chicos y especialmente chicas –asegura que ellas están “más pendientes” de la aprobación de los demás”– quizás tendrán una dificultad añadida, solo a aquellos jóvenes que ya tenían algún problema psicológico les puede costar más.

Recuerda que con la pandemia han aumentado los problemas mentales también en adolescentes, como ansiedad, trastornos alimentarios o tentativas de suicidio y que, en este sentido, la retirada de la mascarilla no generará nuevas patologías, sino que se sumará a las que ya puedan tener algunos jóvenes.

La recomendación es no forzar a su retirada, sino tratar de dar confianza a quien se muestre reticente

La recomendación ante un caso de reticencia a quitarse la mascarilla es no forzar a retirarla, sino tratar de “dar a esa persona seguridad y confianza”. Ubieto aconseja no obligar a los adolescentes, sino animarles a que lo vayan haciendo “a su ritmo”. En el caso de que al joven en cuestión le cueste, se le puede proponer que se la quite en encuentros familiares, con sus amigos más cercanos o que se la vaya retirando “a ratos”. Campo señala que “hay que ayudar a acostumbrarse”, haciéndolo en entornos de más confianza.

Ubieto recomienda además que lo hagan a una “dosis soportable”, evitando que el hecho de no llevar mascarilla les pueda generar angustia.


Fuente: La Vanguardia




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